sábado, 28 de septiembre de 2013

YO NACÍ EN EL 52


(21 de mayo de 2012)

Yo, nací en el 52.

Me pasé la infancia oyendo hablar de una horrible guerra en la que habían tenido que luchar hermanos contra hermanos… 

Luego supe que era una Guerra Civil. Una guerra de Las Dos Españas (las de siempre).

Una guerra que –como todas las guerras- no sirvió para nada.

Una guerra en la que se pasó hambre, miseria, miedo, destierros.

Una guerra en la que se gestaron odios eternos entre familias.

Una guerra que –como todas las guerras- fue una maldita y asquerosa guerra. Porque no hay ninguna guerra que justifique ni el dolor ni mucho menos la vida de una persona.

De pequeña, oí hablar “del frente”. No tenía ni idea de lo que era, pero tenía conciencia de que estaba teñido de dolor y muerte.

Viví el final de las cartillas de racionamiento –la del petróleo- y las huelgas de tranvías.

No pasé hambre, aunque sí escasez. Y frío, mucho frío.

Me pasé toda la infancia oyendo “el parte” en la radio, siempre después de oír el Himno Nacional, y con un silencio respetuoso y obligado.

Cuando podía ir al cine, la película podía ser buena o mala, larga o corta, pero lo constante, lo que resplandecía era EL NODO, con aquel señor de prota. Siempre era el mismo. Él era la constante del cine.

Y, a medida que fui creciendo, me di cuenta de que yo pertenecía a alguien o a algo… a algún sistema. Pq sólo para hacer un guateque, había que pedir permiso al Alcalde de Barrio. Y, a temporadas, después de las 10 de la noche era peligroso hablar con gente en la calle.

También comprendí, sin que nadie me lo dijera, que no podía coger papeles del suelo si a alguien, de pronto, se le caían en el andén del metro o en la calle. Eso podía implicar mi entrada en el calabozo.

Muchas palabras no existían en nuestros diccionarios particulares. Entre ellas la palabra LIBERTAD.

También supe que la palabra PARTIDO POLÍTICO no debía de estar en el diccionario “para vivir feliz”.

Cuando el “prota” se hizo mayor, se fueron poniendo feas las cosas… La gente quería salir a la calle y él controlaba a la gente con señores vestidos de gris.
Entonces supe lo que era esconderse, correr y ser aporreado.
El “prota” condenaba a la gente… a morir!! Y a los condenados les llamaban “rojos”.

También he de decir que el color rojo tampoco existía en nuestro diccionario. Ese color se llamaba “colorado” o “encarnado”.

A través de la música y los poetas, entendí que había que romper cadenas. Lo decían cantando personas de la época que se llamaron “cantautores”.
Entonces decidí que mi “prota” sería Gandhi.

… … … 

Pasó el tiempo, y me pasé la juventud oyendo “esto está muy mal, esto está como en el 36”… Y eso me daba miedo, pq me hacía pensar en la guerra. En la maldita guerra de Las Dos Españas.

Pasó el tiempo y el “prota” nunca se fue… pero se murió.

Y salieron otros protas, y se amplió el diccionario y la palabra LIBERTAD se hizo grande y se parieron con dolor los PARTIDOS POLÍTICOS. Y la gente se unió a ellos.

Y hubo mucha gente que, con gran júbilo por parte del pueblo, volvió del extranjero.

Y se montó un sistema, ejemplo para el mundo, con un tránsito limpio y en paz.

Y los hombres grises se vistieron de azul.

Y se podía pasear y coger un papel del suelo sin que pasara nada.

… … … 

Mi generación, la que no vivió la guerra pero la oyó, hemos luchado por conquistar la libertad, por construir una sociedad justa y solidaria… pero, sobre todo por ofrecer a nuestros hijos un mundo mejor.

Mi generación… ¡queríamos cambiar el mundo! Cantando, con flores, con paz y amor… 

Trabajamos mucho en ello. Era un Nuevo Mundo para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos y para los hijos de los hijos de nuestros hijos.

… … … 

Hoy, 21 de mayo de 2012, no puedo describir lo que siento. Siento pena, vergüenza ajena, indignación, hartazgo de corrupción, asco… y muchas cosas más.

No voy a dar detalles, pero los titulares de las noticias parece que me digan que aquí, hoy, no se salva ni el apuntador.

Y que sigue teniendo razón el poeta cuando decía que “… una de Las Dos Españas ha de helarte el corazón…”. Pero, creo que somos así, que es algo intrínseco, consustancial a nosotros.

Y, pienso que, antes de que nos vuelvan a cambiar el diccionario y nos quiten, cualquier viernes de dolor, otro trozo de la palabra LIBERTAD, quiero decir BASTA, porque quiero que TODOS seamos iguales ante la Ley.

Y que nosotros, que queríamos cambiar el mundo –¡y vaya si lo hicimos!-, nos pongamos a trabajar con todos los que piensan lo mismo, para volverlo a cambiar! Porque sé que nuestros derechos y libertades no han sido gratuitos y, por respeto a nuestros mayores y a nuestros hijos, debemos tener la valentía de decir BASTA YA.



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