sábado, 28 de septiembre de 2013

LA NORIA


(Nadal 2006)



Érase una vez…



… pertenecían a una Tribu mágica en la que todos caminaban sonriendo, con las manos llenas de flores, el sol en el corazón, y la esperanza de conquistar la luz de todas las estrellas.

En aquel lugar, sin que apenas lo percibiera nadie, la noria giraba y giraba.

Y nada ni nadie la paraba.
Y todos se sentían seguros, porque todo estaba bien.


Decían los de la aldea que, muchos años atrás, en un secreto ritual, los espíritus de las Hadas, con sus varitas mágicas habían tocado todos los rincones de sus corazones, y así, los habían convertido en Magos del amor.

Desde entonces, la LUZ, los DULCES DESEOS y los SUEÑOS FELICES estaban siempre presentes entre ellos.



Vivían en una de las casas del final del sendero, cerca del acantilado, en la casa trescientos treinta y uno, que sumaba siete y en el piso dieciséis, que también sumaba siete. Número mágico.

En su mesa había mucho amor, complicidad, ritos extraños y cantos de acción de gracias, charlas sobre el cielo y la tierra, lo humano y lo divino. Y sobre todo, había risas, muchas risas hasta la madrugada. Aunque bien hay que decir que tenían que dosificar un tanto las risas durante los ágapes debido a que habían tenido con el Patriarca algunos sustos por atragantamiento... un tanto despistado él.

En sus manos, generosidad, humor, acogida y amor, bálsamos imprescindibles para la bolsa de cualquier Mago que se precie.


En resumen, en sus vidas, como en las de todos los Magos, el cuenco estaba siempre rebosante de ternura; los zapatos de flores silvestres; en los ojos, estrellas; en las manos, calor y color; en el tiempo, retales de ratos y risas compartidas; y en el aire dulces melodías.

Todos ellos eran muy fuertes, y –como en el bello cuento–, aún temiendo la oscuridad, podían pasear solos en plena noche. Y si resbalaban, si se llenaban de barro o se metían hasta el cuello en el río turbio… en medio de todo el desastre, sabían extender sus manos heladas, arrancar margaritas amarillas y adornarse el pelo con ellas…



… Y todos caminaban, sonriendo, con las manos llenas de flores, el sol en el corazón, y la esperanza de conquistar la luz de todas las estrellas.

Y, sin que apenas lo percibiera nadie, la noria giraba y giraba…
… y todos se sentían seguros, porque todo estaba bien.


Y cuentan ellos que, en las ventanas del piso dieciséis, allá a lo lejos, el sol se despertaba cada mañana rodando suave sobre el horizonte plano del mar y tendía la mano a la luna y las estrellas y, juntos, bailaban una maravillosa danza al ritmo de la luz… allá en lo alto, en el cielo azul, más arriba de donde estaban las ventanas del piso dieciséis.

Después, el sol siempre estaba en su sitio, reinando en el día.
Y la luna y las estrellas en el suyo, abrazando la noche.

Y al atardecer, el sol pintaba el cielo de colores, cubría con un manto de oro la montaña serrada y se adormecía tras ella.


Era ese tiempo en el que, sin que nadie se diera cuenta, la noria giraba y giraba…

… era ese tiempo en el que todos se sentían seguros, en el que todo estaba bien.



Pero, cierta tarde, llegó una primavera, y, mientras todos, como siempre, caminaban, sonriendo, con las manos llenas de flores, el sol en el corazón, y la esperanza de conquistar la luz de todas las estrellas…

en esa primavera… ¡la noria se paró!


Y esa vez, esa oscura vez en la que la noria se paró, fue la vez en la que el sol, la luna y las estrellas se fundieron en un caos. Fue cuando la línea del horizonte en la que se mecía el sol, se quebró y dejó de ser plana. Y se borró el perfil de la montaña serrada…

Y el azul se hizo gris y el aire olía a frío. Esa fue la vez en la que se les nublaron las manos y se les helaron los ojos. Esa fue la vez en la que tuvieron que abandonar aquellas ventanas.


Esa fue la vez en la que se dieron cuenta de que la noria había estado girando…

… allá en lo alto, en el cielo azul, más arriba de donde estaban las ventanas del piso dieciséis.


Y dicen que esa fue la vez en la que todos estaban desorientados y ya nadie se sentía seguro.
Y esa vez no fue bien.



Se querían mucho, y todos, por amor al amor, renunciaron a todo. Y juntos, empezaron un camino al que ellos le llamaron exilio.

Y fue la vez en la que tuvieron que marchar. La vez en la que perdieron sus cielos.


… Y se dieron las manos, y juntos, cruzaron la rambla.


... ... ...


Y fue aquélla una vez muy larga, muy densa y muy gris, en la que el camino se hizo duro y estrecho.
Fue un invierno largo, frío y áspero. Fue un tiempo espeso y oscuro.


Fue la vez en la que en sus cielos, la sonrisa miraba al cansancio y la realidad jugaba con el sentimiento.
Fue la vez en la que conocieron el silencio y aprendieron a conversar mirándose a los ojos.
Fue la vez en la que sus penas eran naves, y sus ojos eran mares... y no había secretos para ellos.
Esa fue la vez en la que muchas de sus esperanzas cayeron, lenta, muy lentamente… Como caen las hojas muertas de la rambla.



Se querían mucho, y todos, por amor al amor, renunciaron a todo

y perdieron sus cielos
y se dieron las manos
    y cruzaron la rambla...



Y en ese tiempo pasaron muchas cosas.
Se rompieron sus velas, y cruzaron los mares con las velas partidas.
Y los unos fueron los apoyos de los otros.
Y los otros fueron los apoyos de los unos.

Y todos, en silencio, buscaron trozos rotos y pintaron estrellas en sus ojos, norias en el aire, y sonrisas en sus caras y en los alientos dulces de los deseos.

Y con los pinceles de sus esperanzas, soñaron. Y pintaron muchos horizontes. Y perfiles de montañas doradas. Y pintaron el sol, la luna y mil estrellas.

Y buscaron toda la ilusión en sus bolsas de magia y la esparcieron en el aire.
Y arañaron las raíces más profundas de sus tierras y cogieron las flores de muchas primaveras.

Y plantaron muchas, muchas flores…
… porque todos ellos sabían que para que la noria girara, era imprescindible que en cada instante naciera una flor.



Y en medio de la tempestad y de las nieblas, cansados, despojados de casi todo, como las personas fuertes, caminando, sonriendo, con las manos llenas de flores, el sol en el corazón y la esperanza de conquistar la luz de todas las estrellas, convocaron

a las Hadas de los Bosques,
las fuerzas y la Magia del Cielo y de la Tierra,
el ritmo y las brisas de los Mares,
la ilusión de muchas Primaveras,
la fuerza y el color de las Montañas,
la luz de todas las Estrellas,
la ternura de todas las Sonrisas…


Y esa vez, ¡ay esa vez! ¡bella, vibrante! la magia de la LUZ hizo realidad sus SUEÑOS y DESEOS, y en una explosión de estrellas que iluminó todo el paisaje… ¡la noria empezó a girar!

Y cuentan los que lo vieron, que en una noche de invierno, una Noche especial, en medio de la Magia y de la Noria, en aquel hogar se encendió una luz y en el aire sonó una dulce melodía.


Muchos decían que aquel maravilloso espectáculo de ternura y amor se debía a que aquella Tribu estaba tocada por la Magia de las Hadas que siempre permanecía con ellos.



¿Y ellos? ellos sabían que habían sido elegidos por las Hadas para misiones especiales y que la magia siempre permanecería con ellos…

… pero, además, en lo más profundo de sus corazones, aquella noche, volvieron a percibir y comprender la fuerza y la fragilidad del amor y la ternura y recordaron que en una noche como aquélla, en un tiempo no tan lejano, habían recibido una consigna:

¡que nadie pare esta noria!
... pasos de estrellas, mil primaveras
... defender la alegría como un estandarte
... cal anar endevant, cal que neixin flors a cada instant
... saber que se puede… pintarse la cara color esperanza
... repetir una y mil maneras de decir "te quiero"
... esa arcilla que quiero amar hasta la locura
... el amor: tan necesario como el sol, tan inmenso como el mar
... dar gracias a la vida
soñar, ganar… con el sol en la mirada…

Al veros sonreír…
... la niña que ayer fui…


Nunca olvidéis que mi corazón siempre estará donde esté vuestro corazón.

¡Ah…! no paréis de crecer…, ¡no paréis de soñar!





y la noria giraba y giraba
y todos caminaban
sonriendo
con las manos llenas de flores
el sol en el corazón
y la esperanza de conquistar la luz de todas las estrellas.




FIN



1 comentario:

  1. "La Noria" no es ningún cuento.
    Es una historia real y basada en hechos reales.
    Vivida desde los corazones y escrita desde el corazón.
    Por eso, porque está escrita con el lenguaje del corazón, tiene el sabor, el color y la textura que tienen los cuentos.

    ResponderEliminar