viernes, 18 de octubre de 2019

una para ti y otra para mí...!


Llegaste al trabajo por la mañana. Sonreíste con ilusión y sacaste las dos pulseras de bolitas de cuarzo de un sobre de papel.

Con esa sonrisa llena de ilusión, dijiste: “Mami, una para ti y una para mí. Así estaremos siempre juntitas…!”.

Y así fue como nos pusimos una pulsera cada una.

Hoy, yo llevo las dos. 
La tuya y la mía… y, pienso que esta es una forma de estar juntitas. 
Como tú quisiste.

Dentro de unas horas hará 4 años de tu whastapp. El que disparó todas las alarmas y cambió nuestras vidas, haciendo real lo más irreal.


Te parí a la vida hace casi 40 años, y ahora llevo 4 años gestándote para parirte hacia dentro.

Y, creo que esta gestación durará hasta que yo abandone la vida visible.
Ese día, te pariré de nuevo.

Creo que mientras tanto, te seguiré gestando. Porque esta gestación de tu vida en la muerte, es atemporal. Y durará mientras dure mi vida visible.

Y siempre, siempre, vivirás en mi corazón. Porque los hijos permanecen siempre vivos en los corazones de las madres

Siempre.


Vivir mi vida viviendo tu muerte, sin morir contigo, es complicadamentextraño. Es extrañamenteajeno.

Jamás pensé en la muerte de uno de vosotros.

Y de pronto, como casi todo en la vida, tengo que escribir en las páginas del cadadía sin acceso al ctrl-z. 
Sin posible corrección ortotipográfica y muchísimo más consciente de la importancia de lo que depende de mí en las páginas en blanco de mi historia.

Quiero que sepas, hija, que te siento en todo: en la estrella de la mañana, en los amaneceres que tanto te gustan, en el reflejo de la luna en el mar y en la otra orilla, en las flores, en las nubes, en las montañas, en el tacto del aire, en los colores de la vida...

En todo, mi niña. Absolutamente en todo.

Te siento en las sonrisas y en los silencios...
En los llenos de tus vacíos…

Pero, sobre todo, te siento cuando amo. Y siempre, siempre, latiendo en mi corazón.


Y, cuando pienso que no puedo dar el siguiente paso, miro mi muñeca izquierda y recuerdo:
“Mami, una para ti y una para mí. Así estaremos siempre juntitas…!”.


#siemprejuntitas #yollevotupulsera #cadacuentaesuntequiero #nuestrasmanosontusmanos #lafuerzadetusonrisa #faltastú #ohana #latribuentera #nosueltesumano #hilosdeamorinfinitos #saudadesinfin #amoramoramor #yotengounaestrellaquesonríe #gestándotedenuevo #teparirédenuevo #ohana #tú #graciashija

Vicky Manzano – vickymanzano.blogspot.com







domingo, 6 de octubre de 2019

puntadas



Cuando mis hijos, Elisabet, Pau y Núria eran pequeños, no solía marcarles la ropa con las tiras marcadas de imprenta. Me gustaba hacerlo yo misma, punto a punto.

Siempre he pensado que las cosas hechas a mano, pensando en alguien y dedicando el propio tiempo, es una forma de conexión con la persona.
Y, dedicar tiempo es también una forma de decir tequiero.

Hoy he marcado una pieza de ropa de mi nieto mediano.
Lo he hecho así porque es la forma que más me gusta. Y he pensado que su madre, mi hija Elisabet, hubiera querido que fuera así.

La sorpresa ha sido cuando he puesto hilo a la aguja y he empezado a pespuntear las letras que había escrito sobre la tira blanca de algodón. Esa tira en la que, hace años yo veía absolutamente toda la trama y podía hacer todos los puntos de la misma medida y que hoy, ni con las gafas de cerca, puedo ver.

Y, de pronto me he preguntado cómo ha sido posible que haya pasado tan rápido el tiempo para gastar mis ojos con esa intensidad.

Y he pensado en todos estos años, en los caminos recorridos, en los pasos, en las piedras que he ido apartando, las semillas plantadas y los frutos recogidos.

En las miradas a los árboles y las flores y a sus ciclos sinfín.

En los amaneceres y los atardeceres. Y en mis ojos buscando mi estrella.

En mimirada fija en el mar, en la danza de sus olas y la serenidad de su “raya”.

He pensado en las lágrimas. En las de alegría y en las de dolor…

Y he entendido que mis ojos, igual que mis pies y mis manos, a ratos estén cansados y se hayan gastado.

Y, aunque muy distinto de hace 39 años, he marcado las dos tiras de la ropa de mi nieto poniendo, como siempre, todo el cariño en cada puntada.

Porque sé que a su madre, mi hija Elisabet, si lo ve, es lo que le gusta.

Y porque me estoy convencida que cuando se cose algo pensando en alguien, el hilo se llena de amor y de tequieros desde el principio hasta el final.

Y… es tan bonito decir tequiero…


#puntadasdeamor #milformasdedecirtequiero #tuniñoysuropa #yotengounaestrella #nosueltesumano #elamornonecesitagafas #tequiero #hilosdeamor #


vicky manzano
vickymanzano@blogspot.com




domingo, 29 de septiembre de 2019

"sobre ruedas..."




Cuando la vida “viene rodada”, se dice que “todo va sobre ruedas”.

Por motivos personales, estuve hace unos días en un hospital infantil.

Aún no habían empezado las visitas de rutina y sólo había casos especiales.
Lo que viví esa mañana me rompió aún más de lo que me suelen romper las visitas al hospital.

Esos niños. Pelones. Esas mascarillas de colores. Los botones gástricos. Las máquinas para respirar. Esas sillas de ruedas especiales. Con las sujeciones para aguantar la cabeza, los botones para moverlas.
Con las ruedas de colores, con bonitos dibujos… Porque ¿qué no somos capaces de dibujar por y para los niños?

Síndromes minoritarios, limitaciones... “Otros mundos".

Voy a dar un salto a lo esotérico: mi amiga Margarida, decía que estos niños eligen nacer y/o vivir en cuerpos limitados para hacer un gran salto espiritual. Y que son grandes Maestros para los “no discapacitados” (nosotros).

Quiero decir que los niños a los que, en mi opinión, erróneamente, llamamos discapacitados, son niños con otras capacidades. Con muchas capacidades que nosotros no desarrollamos debido a nuestras propias y personales discapacidades y autolimitaciones. No hay más que verlos avanzar a pesar de todo o ver sus espectaculares triunfos en los juegos paralímpicos.

Un día me gustaría hablar más extensamente sobre lo que llamamos discapacidad.

Volviendo a aquella mañana, hubo dos casos que me marcaron mucho:

Había una madre que venía de lejos (más de 200 km). Su hijo iba en silla de ruedas de las que aguantan la cabeza. No se movía, no hablaba… ni tan siquiera abría los ojos.
Estaba esperando ingresar para revisar el botón gástrico que le habían puesto hacía 48 horas y la madre estaba muy nerviosa, porque tardaban en cursar el ingreso y al niño le tocaba la medicación para la epilepsia. Si no se la daba en 30 minutos, iba a empezar a convulsionar…

Este niño tendría unos 9 u 11 años y un síndrome diagnosticado creo que hace 2 años, de los que hay contadísimos casos en el mundo.

No sé de dónde sacaba aquella madre las fuerzas para sacar de la silla a su hijo y cogerlo en brazos.

Para que su hijo (al que llamaré David para mantener su privacidad) no empezara a convulsionar, lo acunaba y le cantaba.

Su voz es una de las voces más bellas que he escuchado. Le estaba cantando “te quiero” de Nino Bravo con un sentimiento y una voz que ponía los pelos de punta.
Nos dijo que ella creía que lo único que le calmaba era la música. Y que por eso no dejaba de cantarle.

Le pregunté si lo podía tocar, y me dijo “claro, creo que le gusta… a la gente le da miedo, sabes? Este es otro mundo. Y no lo entienden…”.

Le acaricié la cabeza y le pasé todo el amor que pude.

Me rompió cuando ella, mirando a mi nieto, también con problemas, dijo: “se le ve feliz, se ríe… y, ¿sabes qué es lo que más me duele de mi hijo? Que yo nunca conoceré su sonrisa…”.

Abracé a aquella madre. La abracé con ese abrazo de madre a madre (en este caso de abuela a madre), en el que sobran las palabras.

Y no le dije nada… le sonreí.

Y me callé que mi nieto sonríe, y que ella jamás conocerá la sonrisa de su hijo, pero que a mi hija, la vida tampoco le ha dado la oportunidad de conocer la sonrisa de su hijo, mi nieto. Ni tan sólo a conocer el tacto de su piel…

Bastante dolor tenía la madre de David. ¿Cómo le iba a hablar yo de la mala jugada que la vida les ha hecho a mi hija y a mi nieto?

Ella seguía cantando “tequiero, tequiero”. Aquella música partía el alma.

En poco rato le dieron permiso para darle la medicación para que no convulsionara.
Y, 6 horas después de haber salido de su casa, vimos todavía en el vestíbulo del hospital, esperando que le dieran habitación, a David y a su madre… los dos dormidos de agotamiento.

Pasamos a la siguiente planta. Y en la sala de espera, seguía habiendo muchas sillas de ruedas.

Una niña que tenía las piernas en piel y hueso… blanca, muy blanca… Tosía. Y, su padre recogía flemitas de sangre en un pañuelo de papel. 
Aquel padre tenía la cara desencajada…

La sensación de impotencia y el dolor emocional, modifican las facciones, y desencajan el puzzle de la expresión.

La niña tenía una silla de ruedas preciosa, con las ruedas decoradas. Una Tablet muy bonita. Y un muñequito de trapo viejo, muy viejo, recostado sobre su hombro.

Yo pensé que no podía hablar, pero de pronto, le dijo a su madre “mamá, Roko tiene miedo”, y se lo enseñó a su madre (Roko tb es un nombre ficticio, el muñeco tenía su propio nombre).
Aquel “mamá, Roko tiene miedo”… estaba envuelto en la fragilifortaleza más grande del mundo sentadita en otra silla de ruedas…

Su madre le dijo que le contara a Roko que no le iban a hacer nada, que ese día era sólo para hablar.
La niña miró a Roko con infinita ternura y esa resignación que sólo tienen los niños, y se lo puso de nuevo en el hombro.
Lo acariciaba constantemente. Acariciaba a su propio miedo, que estaba en Roko.

Aquella niña tan frágilmentefuerte en su silla de ruedas tan bonita, al calmar a Roko, se tranquilizó y, de pronto, cerró los ojos. No le quedaban más fuerzas.

A la madre le cayeron unas lágrimas y, musitó “maldito cáncer…”.

Al salir a la calle, lo primero que vi fueron las ruedas de una moto, las de los coches con personas aparentemente contentas…

Al salir a la calle, vi que, a mucha gente, la vida le va sobre ruedas. Pero sobre otras ruedas. Y, pensé en eso de que “la vida viene rodada”, pero que no todas las ruedas son iguales.

Y, volví a pensar lo de tantas veces: que la suerte no es nada conseguido. Que la suerte está en manos del azar, que maneja esos hilos invisibles…
Y que cada vez tengo más preguntas. Y todas sin respuesta.
Y que, al final tengo cada vez más la certeza de que sobran las preguntas. Bloquean.

Y, sigo pensando en que “la vida viene rodada” y “todo va sobre ruedas”… pero que hay muchos tipos de ruedas.
(vicky manzano)

Setiembre 2019

miércoles, 11 de septiembre de 2019

nunca me digas que no!

"Nunca me digas que no puedo hacerlo.

A mí, que he bailado con dos corazones.
Y he respirado con cuatro pulmones.

A mí, que he sido hielo, fuego y viento.

Que he llevado en mi vientre
el peso de dos mundos,
y he parido la vida a gritos.

Que he abrazado a la tristeza sin miedo.
Y he llorado sonrisas.

A mí no me digas
que no soy capaz
de algo!!

O de todo..."
(Eva López Martínez)

#no
(publicado en instagram @desdemimirada el 13.02.19)


miércoles, 15 de mayo de 2019

MI VALLE Y MI BARRANCO


Este es el valle sobre el que más veces he practicado la meditación y la contemplación.
A veces no hace falta conocer técnicas... sólo depositar la mirada y sentirla.
Él, el valle, desde mis 9 años, me enseñó el paso y las formas de las nubes.
El color del sol y el calor del frío.
Los ciclos de la vida en tapices de color.
Las olas de los árboles y la hierba...
Y me mostró que se puede mirar tan lejos que desde 60 km de distancia, se puede ver el horizonte del marinfinito.
Trotando por sus barrancos, conocí los arañazos de las zarzas y el tacto y la atrayente imagen de las olas doradas del trigo...

Ardió. Y lo vi renacer de las cenizas después del fuego.
Como impasible a lo ajeno a él, seguía su ciclo...
En él vi mucha esencia de vida.
Y de muerte.
Me mostró el ritmo de su esencia y los submundos de sus mundos.
Él forma parte de los paisajes que tienen voz en mi corazón y le hablan del camino.


Hoy hace 14 años q la vida, extrañamente, no soltó mi mano.
Muchas veces he dicho q algo me debía quedar por hacer y, tal vez, por aprender...
Últimamente, medito sobre palabras y sus conceptos (siempre hay q intentar semillar el espíritu).

Y hoy medito y comparto el sentido de una palabra:
IKIGAI: concepto japonés que significa "la razón de vivir" o "la razón de ser". Según la cultura japonesa, todos tenemos un ikigai. Encontrarlo requiere una búsqueda continua en uno mismo, profunda y a menudo prolongada.