sábado, 28 de septiembre de 2013

MIS QUERIDOS NIÑOS




Mis queridos niños.

Volvemos a estar en la Noche de Paz y de Amor que, de forma mágica, se produce cada solsticio de invierno, cuando celebramos el resurgir de la luz y el declive de la oscuridad… eso que vosotros llamáis «la Navidad».

Y, aunque no debo de estar triste, ya que mi condición, el sonido de la ilusión y mis cascabeles no me lo permiten, no puedo evitar, por lo menos, estar desorientado… Se ha repetido la misma situación que la del pasado año: vuestras cartas no han llegado.

Vosotros sabéis que esta noche es especial, es Noche de Paz, de Luz y de Amor. Y vuestra Tribu -privilegiada-, tiene un ingrediente más: el ingrediente de la Magia. Pero la Magia, mis queridos pequeños, no crece sola. La Magia, como todas las cosas del corazón, necesita un tratamiento y un mimo muy especial para que siga iluminando las vidas con sus destellos.

El pasado año os hablé sobre el sentimiento de desánimo que me invade al observar mi saco y no ver vuestras cartas. Entonces pensé que era algo pasajero, que os habíais olvidado, que tal vez en el último momento..., que tal vez…, que… Pero, dado que vuestra actitud se ha repetido este año, las Normas del Mundo de la Luz y la Esperanza me obligan a informaros de vuestra situación: estáis en gravísimo peligro de perder el privilegio de ser receptores de uno de los Niveles más altos de la Magia.

Ahora no me puedo extender, pero sabed que en el mundo de la Magia, como en todos, hay distintos niveles. Y vosotros, por haber recibido el don y haberlo cultivado durante años, sois poseedores de paisajes de Magia de muy alto nivel. Pero, si esos paisajes no son atendidos con un mimo exquisito, se irán difuminando lentamente, hasta borrarse totalmente del lienzo que corresponde a la vida de cada uno de vosotros.

Para que eso no ocurra, para que el Espíritu de la Navidad pueda llegar a vosotros, impregnado en sus Alas de sueños, ilusiones, sonrisas, amor, deseos, esperanzas y paz interior, es imprescindible que cultivéis cada día vuestros paisajes. Si no es así, si no lo trabajáis, la Magia seguirá existiendo siempre, pero vosotros no la percibiréis en la misma intensidad.

Debo informaros también, que vuestro mundo, el de los humanos, está en un momento de profundos cambios. Es algo así como si el Alma del Mundo os estuviera evaluando. Debéis estar muy atentos, repasar las lecciones e intentar recordar todos los apuntes que tenéis en el corazón y manifestarlo en vuestras vidas.

Mi mensaje para esta Navidad es el de siempre, pero con un ingrediente añadido: Recordaros que ya sois muy dueños de vuestras vidas, y que tenéis la gran responsabilidad de esparcir mi Espíritu por el mundo y en los corazones. Hace muchos años, fuisteis nombrados Mensajeros de Amor. Gran parte del temario de vuestra evaluación consiste en demostrar que habéis entendido las lecciones. ¡No lo olvidéis! Queda poco tiempo…

Como siempre, os dejo mis regalos simbólicos:

El Hada, que os recuerda que siempre hay alguien que trabaja para que la Magia no pare de existir. A este respecto, debo deciros que algo ha salido mal. Los hombres que trabajaban con las Hadas, no han superado su evaluación, y esas Hadas, han dejado de existir. Invocando al Amor, he conseguido que cuatro de ellas accedieran a estar en vuestro hogar esta noche, pero, por ahora, sabed que éste es su último año. Cuidadlas a todas.

Tres botes, cargados de la luz de la luna: uno de miel para ir endulzando los momentos amargos del año. Otro lleno de besos, por si en algún momento los necesitáis. Y otro bote lleno de ternura, bálsamo del corazón.

Los cascabeles, para que no falte la alegría. ¡Ojo! No están atados, y son muy juguetones. Cuidad que no se escapen.

Una caja de música, para que la llenéis de la música de vuestra vida.

Una estrella… siempre las estrellas…

Una velita de miel. Que no os falten la luz y la dulzura.

Una caja de galletas de chocolate y naranja. Ahí podéis guardar vuestras cosas y vuestros deseos. Se impregnarán de magia.

Un libro que os habla de la ilusión, de la utopía, de ser diferente, del premio a perder el miedo: el Giraluna.

Una pieza de un puzle. Como muchas cosas de la vida, no tiene sentido por sí mismo, pero juntos, podéis encontrarlo.

Y por último, un mensaje de la Magia del Espíritu de la Navidad. Para ello, he introducido
una serie de palabras en mi bolsita, las he agitado y las he ido extrayendo al azar. Enlazándolas, ha salido el mensaje.



Papa Noel

(Nadal 2011)

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