miércoles, 26 de diciembre de 2018

EL LENGUAJE DE LAS OLAS

EL LENGUAJE DE LAS OLAS


A todos mis nietos.
Y, de una forma especial, a Guiu,
que es ya capaz de saborear
la textura de los sentimientos que ensanchan el corazón.
Ojalá que nunca dejéis de querer escuchar
el lenguaje de las olas del mar.


Había una vez...

Había una vez un niño que quería tener muchas Ilusiones y Sensaciones. Y para tenerlas siempre cerca de él, pensó en guardarlas en unos pequeños botecitos. Y los consiguió. Consiguió los botecitos.

El niño estaba muy contento, porque había conseguido tener lo que quería: un pequeño mundo de Ilusiones y Sensaciones para respirarlo siempre que él quisiera.

Y el aire, que está en todas partes y es capaz de sentir a las personas, se enteró de los deseos del niño y quiso que tuviera Ilusiones y Sensaciones en muchos más sitios además de en sus botes...

Y visitó al árbol, a la flor, al sol, a la luna, a las nubes, a las estrellas, al Arco Iris... y ¡hasta fue a hablar con los pájaros!, para pedirles que guardaran en ellos los sentimientos.

El árbol le dijo que podía llenarse de las Ilusiones y Sensaciones... pero que en otoño dejaba volar a sus hojas para que no tuvieran que soportar el frío del invierno.
Sólo podría guardar los sentimientos en sus raíces y en su tronco.

La flor le dijo que también podía impregnarse de los sentimientos... pero ella no duraría siempre.

El sol aceptó, pero le recordó que, al llegar la noche, las estrellas lo vendrían a buscar para llevarlo a dormir... y dejaría de verse.

La luna estuvo de acuerdo, pero, también le recordó al aire que, cuando el sol despertara por la mañana, era ella la que se iría a dormir.

Las nubes estuvieron muy contentas de la idea y dieron unas cuantas vueltas bailando con el aire, pero le explicaron que ellas eran nómadas, o sea que nunca estaban en el mismo sitio... y que incluso a veces no estaban.

Las estrellas hicieron sonar su música de la ilusión que les hizo la petición del aire, pero le dijeron que ellas eran las encargadas de despertar al sol y recoger el manto de la noche... y no estaban durante el día.

El Arco Iris se puso tan contento, que brilló con fuerza con todos sus colores... pero le recordó al aire que él solamente estaba visible mientras se reunían la lluvia y el sol.

Los pájaros revolotearon de alegría, pero le dijeron al aire que ellos, como las nubes, eran eternos viajeros y no podían comprometerse a estar siempre en el mismo sitio.

Todos le dijeron al aire que podían guardar las Ilusiones y las Sensaciones, pero que sólo en su esencia, porque la imagen de todos ellos iba cambiando a lo largo del día, la noche o las estaciones del año.

El aire quería que las Ilusiones y las Sensaciones estuvieran en más lugares que en los botecitos que el niño tenía en su casa.
Y, al ver que ni el árbol, ni la flor, ni el sol, ni la luna, ni las nubes, ni las estrellas, ni el Arco Iris, ni los pájaros podían tenerlas siempre, decidió reunirse con ellos, para, entre todos, encontrar el lugar apropiado.

Y, todos coincidieron en escoger un punto fijo.

Le hablaron al aire de la raya del mar... el horizonte.
Ese lugar en el que todas las personas ponen su mirada cuando quieren volar con el pensamiento y ver con el corazón.

Y es que, parece ser que, allí, en lo que parece el final de todo, el mar fabrica un lenguaje y pone palabras en cada ola.

Así fue como el aire se desplazó hasta el horizonte y le pidió que, a partir de ese día, enviara a la orilla palabras con Ilusiones y Sensaciones en cada ola.

Y dicen que, desde aquel día, estando muy atento y oyendo con el corazón, se pueden escuchar los mensajes de las olas.

Y, cuenta la historia, que, desde entonces, todos los niños, cada vez que pueden, van a la orilla del mar y escuchan los mensajes de las olas.



Vicky (mami-baba)
Nadal 2018


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