jueves, 27 de diciembre de 2018
miércoles, 26 de diciembre de 2018
EL LENGUAJE DE LAS OLAS
EL LENGUAJE DE LAS OLAS
A todos mis nietos.
Y, de una forma especial, a Guiu,
que es ya capaz de saborear
la textura de los sentimientos que ensanchan el corazón.
Ojalá que nunca dejéis de querer escuchar
el lenguaje de las olas del mar.
Había una vez...
Había una vez un niño que quería tener muchas Ilusiones y Sensaciones. Y para tenerlas siempre cerca de él, pensó en guardarlas en unos pequeños botecitos. Y los consiguió. Consiguió los botecitos.
El niño estaba muy contento, porque había conseguido tener lo que quería: un pequeño mundo de Ilusiones y Sensaciones para respirarlo siempre que él quisiera.
Y el aire, que está en todas partes y es capaz de sentir a las personas, se enteró de los deseos del niño y quiso que tuviera Ilusiones y Sensaciones en muchos más sitios además de en sus botes...
Y visitó al árbol, a la flor, al sol, a la luna, a las nubes, a las estrellas, al Arco Iris... y ¡hasta fue a hablar con los pájaros!, para pedirles que guardaran en ellos los sentimientos.
El árbol le dijo que podía llenarse de las Ilusiones y Sensaciones... pero que en otoño dejaba volar a sus hojas para que no tuvieran que soportar el frío del invierno.
Sólo podría guardar los sentimientos en sus raíces y en su tronco.
La flor le dijo que también podía impregnarse de los sentimientos... pero ella no duraría siempre.
El sol aceptó, pero le recordó que, al llegar la noche, las estrellas lo vendrían a buscar para llevarlo a dormir... y dejaría de verse.
La luna estuvo de acuerdo, pero, también le recordó al aire que, cuando el sol despertara por la mañana, era ella la que se iría a dormir.
Las nubes estuvieron muy contentas de la idea y dieron unas cuantas vueltas bailando con el aire, pero le explicaron que ellas eran nómadas, o sea que nunca estaban en el mismo sitio... y que incluso a veces no estaban.
Las estrellas hicieron sonar su música de la ilusión que les hizo la petición del aire, pero le dijeron que ellas eran las encargadas de despertar al sol y recoger el manto de la noche... y no estaban durante el día.
El Arco Iris se puso tan contento, que brilló con fuerza con todos sus colores... pero le recordó al aire que él solamente estaba visible mientras se reunían la lluvia y el sol.
Los pájaros revolotearon de alegría, pero le dijeron al aire que ellos, como las nubes, eran eternos viajeros y no podían comprometerse a estar siempre en el mismo sitio.
Todos le dijeron al aire que podían guardar las Ilusiones y las Sensaciones, pero que sólo en su esencia, porque la imagen de todos ellos iba cambiando a lo largo del día, la noche o las estaciones del año.
El aire quería que las Ilusiones y las Sensaciones estuvieran en más lugares que en los botecitos que el niño tenía en su casa.
Y, al ver que ni el árbol, ni la flor, ni el sol, ni la luna, ni las nubes, ni las estrellas, ni el Arco Iris, ni los pájaros podían tenerlas siempre, decidió reunirse con ellos, para, entre todos, encontrar el lugar apropiado.
Y, todos coincidieron en escoger un punto fijo.
Le hablaron al aire de la raya del mar... el horizonte.
Ese lugar en el que todas las personas ponen su mirada cuando quieren volar con el pensamiento y ver con el corazón.
Y es que, parece ser que, allí, en lo que parece el final de todo, el mar fabrica un lenguaje y pone palabras en cada ola.
Así fue como el aire se desplazó hasta el horizonte y le pidió que, a partir de ese día, enviara a la orilla palabras con Ilusiones y Sensaciones en cada ola.
Y dicen que, desde aquel día, estando muy atento y oyendo con el corazón, se pueden escuchar los mensajes de las olas.
Y, cuenta la historia, que, desde entonces, todos los niños, cada vez que pueden, van a la orilla del mar y escuchan los mensajes de las olas.
Vicky (mami-baba)
Nadal 2018
martes, 9 de octubre de 2018
LAS MADRES NO PARIMOS HIJOS PARA LA MUERTE
Las madres no parimos hijos para la muerte
Las madres no parimos hijos para la muerte…
Hace tiempo que quiero decirlo. Fuerte. Grande. Desde lo más profundo de mi
sentir.
Dentro de 9 días, hará 3 años que murió Elisabet, mi hija
mayor.
3 años ya… Y sólo 3 años…
El tiempo y el espacio siempre me han resultado dos conceptos
muy difíciles de entender y en los que frecuentemente me siento extraña. Y
ahora, todavía más. Porque no he conseguido ubicarme en ninguno de los dos.
Y, después de estos 3 años, medidos con esos parámetros
nuestros que, a veces, me parecen absurdos y, después de miles de reflexiones,
de noentendimiento de la vida, del rompimiento de todos los esquemas mentales,
personales, espirituales y afectivos, de vivir el dolor más profundo que puede
vivir una madre, tengo necesidad de empezar a hablar del tema.
Ante todo, quiero decirlo muy fuerte. LAS MADRES NO PARIMOS
HIJOS PARA LA MUERTE.
Los parimos para la vida.
Los sabemos frágiles, porque están hechos de sueños e ilusiones.
Y tanto los sueños como las ilusiones son como pompas de jabón en un mundo
inmaterial que hay que tratar con absoluta exquisitez.
Y, a la vez, los sabemos fuertes. Muy fuertes. Porque tienen
la fortaleza del amor.
Miles de instantes pensando en ellos, dándoles la mano de
nuestro corazón para venir a la vida visible.
Miles de sueños pensando en su vida, sintiéndolos crecer en
ese espacio que sólo ellos y nosotras compartimos durante 10 lunas.
Ese espacio dulce de amorinfinito. Ese tiempo en el que somos
cuencos de vida donde se crea el cordón irrompible de madre-hij@…
Cantándoles nanas para que las reconozcan cuando salgan a la
luz.
Acariciándolos a través de nuestra piel y comunicándonos con y
sin palabras.
La espera más dulce del mundo…
Pensamos… soñamos… vibramos con ellos… Y por ellos.
… … …
Y, en ningún momento pensamos para ellos ningún futuro que
esté al margen de la vida. En ningún momento.
Pensamos en su vida sin nosotros. Pero nuestra vida sin ellos
es impensable, noimaginable. E, ilusos nosotros, pensamos que imposible.
Pero la vida, tan caprichosa ella, tan absolutamente ajena al
sentir humano… y caminando con el azar en una mano y la muerte en la otra, de
vez en cuando, mira para otro lado y deja que la maldita, eterna y segura
muerte, se lleve a nuestros hijos.
No creo que exista en nuestro plano material dolor más grande
que este.
Y una parte de nosotras, irremediablemente… muere. Se va con
ellos.
Y empieza la gestación más difícil del mundo. La de gestar y
parir haciadentro. La gestación más dura. El parto más duro. El desparir de la
vida de un hijo.
Un parto rompedor, sangrante, inentendible y en soledad.
… … …
Un día escribiré sobre la gestación de un hijo muerto. Sobre
parir de nuevo, comunicarse de nuevo, sentirlo de nuevo, soñarlo de nuevo…
desde el amorinfinito que nosuneporsiempre.
Hoy quería decir que 3 años no es nada. Que, visto lo visto, 6
años no es nada, ni 10, ni 15.... Que la vida de una madrehuérfana es permanente.
(Huérfana: 2ª acepción
de la RAE: adj. poét. Dicho de una persona a quien se le ha muerto un hijo. Ya
en la Grecia antigua, tenía también ese segundo significado).
Hoy quería decir que cuando hablo de mis hijos, lo más grande
de mi vida, la melodía de mi corazón, los gestos de mi sentir y el color de mi ternura, hablo de mis
tres hijos. TRES. Porque siempre tendré tres hijos. Da igual donde estén. Son
mis hijos. O, más exacto… soy su madre. De los tres.
Seguiré escribiendo sobre el tema. Necesito hacerlo.
Mi hija no ha desaparecido en la niebla. Mi hija existe. No se
ha ido. No nos ha dejado (jamás lo hubiera hecho). Mi hija se ha muerto. Pero
vive en mí y en los que la queremos.
Quiero pedir que me dejéis hablar de mi hija. Que no os dé
miedo. El miedo es no aceptar la realidad de la vida, efímera ella… y no
aceptar que, a veces, se nos escurre como la arena del mar entre las manos.
Y, como todas las madres que están en mi situación, yo siempre
hablaré de mi hija. Y siempre diré que soy madre de tres maravillosos hijos.
Necesitamos abrirnos a la vida aceptando su finitud. Aunque
duela. Aunque duela con el dolor más grande que creo que puede existir en el
mundo.
Abrirnos a la vida y volar alto, trascender el sentir al mundo
no visible es también, crecer en el amor. Y, nos guste o no, amar muchas veces
supone renuncia. Esta es la renuncia más grande, la más rompedora. Pero
ignorarla, no mirar a la cara a la muerte, rompe mucho más.
Quiero dar las gracias a todas las personas que, durante este
tiempo eterno de la noche más oscura, me han escuchado, acompañado, noentendido,
amado, consolado… y han acariciado mi sentir con su amor, sus palabras y/o sus
silencios. Y a las que lo seguirán haciendo.
Todos ellos han hecho que sean cada vez más conocidas las
margaritasamarillas, las de las personas fuertes.
Gracias Elisabet. Gracias hija por tu vida.
La mejor forma que he encontrado para honrar la vida que a mí
me gustaría que tú vivieras, es vivirla y respirarla desde el amor y sonriendo
doblemente.
Por mí y por ti.
Y para Martí, tu hijo, la vida de tu vida.
Mami
Octubre de 2018.
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