jueves, 4 de junio de 2015

Y EL FELPUDO DE LA PUERTA SEGUÍA EN EL RINCÓN...

Y EL FELPUDO DE LA PUERTA SEGUÍA EN EL RINCÓN...
Habían fregado la escalera, y la sra de la limpieza deja los felpudos enrollados al lado de cada puerta.
En esa puerta, el felpudo seguía en el rincón… nadie lo había puesto en su sitio.
Lo miré y pensé en cuántas cosas que no se ven han quedado detrás de esa puerta. Cuántos pasos pesados o sin esperanza han pisado ese felpudo.
Me siento indignada, triste, desorientada…
Acabo de vivir de cerca un deshaucio. Un deshaucio sin pancartas ni manifestaciones. Ni mossos ni personas protestando.
Se han ido de la misma forma en la que han vivido estos últimos años. Sin ruido, sin explicaciones, sin lamentos… Con la dignidad del que la tiene.
Deseo, de corazón, que les vaya muy bien. Pero veo difícil que tener las nóminas embargadas, las cuentas embargadas. La vida, con sus esperanzas y sus ilusiones, embargada, facilite el “ir bien”.
He visto a esa familia sacar fuerzas y, juntos, salir hacia una vida nueva, atada a una vida que no era de ellos.
Me pregunto qué pasará con el piso. Qué negocio hará el banco con el piso, después de haber destrozado día a día la tranquilidad de una familia.
Nos han explicado, hasta la infinita saciedad, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero nadie nos ha dicho claramente que son ellos los que han vivido por encima de nuestras posibilidades.
Siento pena. Rabia. Impotencia. Porque el felpudo de la puerta sigue en el rincón. Con toda su historia enrollada en él mismo.
Quiero decir que pienso que los que han potenciado y llevado a cabo estas malditas historias de casas sin gente y gente sin casas, que han sido capaces de vender pisos y echar a la gente de los pisos pero seguir cobrando y luego volverlos a cobrar a los nuevos compradores, además de embargar y/o dejar sin casa a los primeros avaladores… son unos DESGRACIADORES. No creo que sean sólo desgraciados, que lo son, puesto que con ellos, conllevan desgracia por donde van. Creo que la palabra que mejor les define es DESGRACIADORES.
MALDITOS DESGRACIADORES, que desde sus despachos y sus mundos, destrozan de un plumazo la vida de muchas personas. Demasiadas.
Me recuerdan a los señores de las guerras, que también desde un despacho, deciden sobre las vidas de las personas. Todos matan. Unos vidas y todos esperanzas y trozos de vida. Malditos sean los desgraciadores.
Suerte a los que se han ido. Libre vida después de unos cuantos años de duras y angustiosas experiencias. Día a día, minuto a minuto.
Mucha suerte y buen viaje!
Aunque… el felpudo de la puerta siga en el rincón… y a mí me produzca tristeza e impotencia.
Vicky Manzano, junio de 2015

1 comentario: